Buenos días a tod@s!
Como lo prometido es deuda, tras éste pequeño paréntesis,
vuelvo con las pilas cargadas y nuevos artículos muy interesantes que espero os
gusten.
Hoy quiero hablaros de la importancia que tiene realizar un
buen desayuno y sobre lo que debe contener éste.
Desde pequeños, nuestros padres, profesores, etc…nos han
intentado inculcar que el desayuno es la comida más importante del día, y para
ser sinceros, en la gran mayoría de los casos, no lo consiguieron…
En realidad, el desayuno es la segunda comida más importante
del día, por detrás del almuerzo.
Un
desayuno completo debe rondar las 500 calorías aproximadamente, mientras que un
almuerzo compuesto de una ensalada o sopa, y un segundo plato con pescado o
carne a la plancha con guarnición de verduras, debe andar por las 700 calorías.
Pero,
¿cuál sería un desayuno perfecto?
Pues
bien, para empezar, debemos saber que al
ser la primera ingesta de alimentos de nuestro día, podemos incluir en ella alimentos
con grasas que no nos podemos permitir el resto del día, ya que tenemos todo el
día por delante para quemar éstos.
El
desayuno perfecto es aquél que contiene todos los macronutrientes (hidratos de
carbono, proteínas y grasas de las llamadas “buenas”), y además, la mayor
cantidad posible de micronutrientes (vitaminas y minerales). Pero vayamos paso
a paso:
Dentro de
los hidratos de carbono podemos encontrar de 2 tipos:
-
Hidratos
de carbono Simples (glucosa y fructosa) = se digieren muy rápidamente y pasan
casi de inmediato a la sangre. Algunos ejemplos de éste tipo de hidratos
simples serían la bollería industrial, los dulces, azúcar de mesa, etc…
-
Hidratos
de carbono Complejos (almidones) = son los llamados hidratos de absorción lenta,
como por ejemplo: cereales, frutas, verduras, etc…
Una buena
opción para tomar hidratos complejos es:
la avena, los cereales integrales, muesli, frutas, tostadas, etc…
Estos
hidratos son los que nos proporcionarán la mayor parte de las calorías del
desayuno y nos aportarán mayor tiempo de saciedad.
En cuanto
a las proteínas, nos podemos suministrar de ellas tomándolas en forma de: huevos (cocidos o en revuelto), jamón serrano,
pechuga de pavo, queso fresco, jamón
cocido, yogures desnatados, leche semi o desnatada, etc…
Por otro
lado, no debemos olvidar ingerir grasas en nuestro desayuno, ya que nos ayudará
a no acumularlas y a aportar las energías principales de nuestra mañana.
Ya sabéis
que cuando hablo de “grasas”, me refiero a las “grasas buenas”, así que
olvidaros de desayunar unos churros o unas galletas de chocolate.
Sin
embargo, podemos sustituir esos alimentos por aceite de oliva, frutos secos,
margarina, etc… (todos ellos en bajas cantidades).
Y por
supuesto, no podemos olvidarnos de las frutas y los zumos, los cuales nos
aportarán una elevada cantidad de vitaminas y minerales.
Por
cierto, si puedes permitírtelo, deja a un lado los zumos industriales y opta
por los naturales. Te resultarán mucho más sabrosos y de paso, evitarás todos
los conservantes de los jugos envasados.
Dicho
esto, os recomiendo que no seáis perezosos y le dediquéis el tiempo que se merece a vuestro
desayuno.
En mi
casa siempre he solido escuchar éste refrán:
“Desayuna
como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo!
Un
saludo.