Cuando realizamos deporte se experimenta una sensación de
bienestar, y la causante de todo esto es una hormona llamada Beta-Endorfina.
El ejercicio físico (tanto anaeróbico como aeróbico) es el
que segrega dicha hormona. A mayor duración y mayor intensidad, mayor secreción
de endorfinas.
La dopamina es una hormona y un neurotransmisor producido en
nuestro sistema nervioso que contribuye
a generar el placer por el sexo, la comida y las drogas, pero también puede causar un
gran placer por el deporte. A su vez, es precursora de la adrenalina y de la
noradrenalina.
Este conjunto de hormonas poseen propiedades similares a la
morfina, como un mecanismo de defensa ante diversos estímulos. Principalmente
actúan como analgésicos endógenos (se originan en nuestro interior).
Cuando la persona practica deporte de manera sistemática
hasta extenuarse, el organismo comienza a producir estas sustancias para
aliviar los síntomas, y esto le permite poder continuar el trabajo por más tiempo
cada día. A medida que pase el tiempo demandaremos una mayor cantidad de estas
hormonas para poder soportar el dolor y el cansancio. Sí, sí, habéis leído
bien, necesitaremos cantidades cada vez mayores para lograr el mismo efecto; a
este hecho se le conoce como tolerancia, de igual modo que si fuera alcohol o
tabaco!
Todo esto lleva al desarrollo de una verdadera adicción a
las endorfinas.
“El ejercicio, como el abuso de drogas, hace que se liberen
en exceso neurotransmisores como las endorfinas o la dopamina, ligados a la
sensación de recompensa”
Cuando se practica ejercicio en exceso puedes sufrir
dependencia al ejercicio, que se caracteriza por una necesidad cada vez mayor
de hacer deporte y cuando no se realiza, podemos llegar a sentir ansiedad o fatiga.
Las personas que tienen esta dependencia sienten, incluso,
una necesidad o impulso imperioso de seguir ejercitándose a pesar de estar lesionados,
cansados u ocupados con otros quehaceres.
La persona que siente el deporte como una obligación no
disfrutará de su realización, sino que se mantendrá en alerta logrando acumular
más estrés en vez de acabar con él.
Cuando esto ocurre, lo normal es que caigamos en el
sobreentrenamiento y la fatiga muscular que puede derivar en lesiones o dolores
crónicos de diferentes partes del cuerpo.
El ejercicio es sano por naturaleza pero cuando se hace de
forma excesiva, lo sano se convierte en algo patológico.
El problema surge cuando hacemos del deporte y los
entrenamientos nuestro modo de vida. Este paso puede ser más perjudicial para
la salud que beneficioso.
Recordad, cualquier cosa en exceso es perjudicial, incluida
el deporte. El 99% de nosotros no somos deportistas de élite, por lo que
practiquemos deporte de una manera coherente.
Como diría una amiga mía: “la virtud está en el término
medio”.
Un saludo.