Buenos y gélidos días!
Este intenso frío me viene como anillo al dedo para hablaros
del alimento del mes, que no es otro que la mandarina.
Ahora que ha comenzado el invierno de verdad, suelen ser
habituales los catarros y resfriados comunes por enfriamientos.
Una buena manera de combatirlos (no de prevenirlos) es
tomando vitamina C, y de ésta, está repleta la “hermana pequeña” de la naranja,
es decir, la mandarina.
Particularmente, es una de mis frutas preferidas. Es fácil
de pelar, muy dulce y me encanta su olor, pero por desgracia no podemos
disfrutar de ella durante todo el año.
La mandarina es una fruta perteneciente al grupo de las frutas
cítricas, que son una excelente fuente de vitamina C, pero además, como su
contenido en agua es muy elevado, es bastante refrescante e ideal en dietas
para perder peso debido a que su contenido en fructosa es menor que el de la
naranja y el ácido cítrico que contienen ayuda a quemar grasa.
Ésta riquísima fruta posee también altos niveles de fibra
que pueden evitar el cáncer de colon o el estreñimiento, pero asegúrate de que
al separar sus gajos, también comes las capas blancas que se encuentran entre
la pulpa y la cáscara.
Este cítrico contiene calcio, que fortalece los huesos y
dientes, y otros minerales como el potasio o el fósforo.
A su vez, tienen propiedades antioxidantes y ácido fólico.
Además de lo comentado con anterioridad, aquí os enumero más
beneficios que poseen las mandarinas:
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Ideales para problemas de hipertensión y de
corazón.
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Mejora la vista.
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Es diurética, evita la retención de líquidos.
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Es muy útil para fortalecer cabello y uñas.
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Reduce los niveles de colesterol malo.
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Favorece el sistema inmunológico ya que refuerza
nuestras defensas.
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Es muy recomendable para casos de ácido úrico.
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Son anticancerígenas.
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Su consumo es recomendado en mujeres embarazadas
y en el período de lactancia.
Por todo lo expuesto, y porque es un alimento nutritivo y
delicioso, os animo a que la consumáis a diario.
Por cierto, aunque bajo mi punto de vista es una fruta
exquisita, debéis tener cuidado a la hora de elegirlas, ya que no hay peor cosa
que llevarse a la boca un gajo de esta fruta y que, o no sepa a nada, o que se
nos salten las lágrimas de lo ácida que estén…
Siempre que podáis, optar por las clementinas, las
diferenciarás por su color naranja intenso. Suelen ser las más dulces y además,
carecen de las típicas molestas semillas en su interior.
Su piel debe ser blanda y suave, pero no debe de estar
arrugada y que no presente ningún tipo de golpe o corte.
Un saludo!
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