Todos sabemos que la castaña es un fruto seco típicamente
otoñal. Empiezan a finales de octubre y podemos disfrutarlas prácticamente
durante todo el invierno.
Las castañas presentan una cantidad elevada de hidratos de
carbono complejos, sin embargo, es un fruto seco con muy poco contenido
calórico (muy por debajo de las nueces). Esto se debe a que éstas contienen un
50 % de agua.
Éste fruto seco tiene, entre otras, propiedades anti
inflamatorias y antioxidantes.
Por su elevado contenido en fósforo e hidratos de carbono
son muy buenas para la memoria y son una gran fuente de energía.
A su vez, contienen mucha fibra, por lo que son perfectas
para regular el tránsito intestinal.
Por otro lado, conviene decir que proveen gran cantidad de
minerales como el sodio, calcio, potasio o el ya mencionado anteriormente
fósforo. Además, contienen también mucho hierro, lo que la hace muy recomendada
para casos de anemia.
Entre las vitaminas que poseen las castañas, podemos
encontrar vitaminas B3 y E.
A la hora de elegir las castañas, optar por las que tengan
la piel brillante con un color marrón intenso. La ideales son las llamadas
castañas “pilongas”, ya que son mucho más fáciles de pelar.
Debemos conservarlas en un lugar fresco y seco, y el mejor
momento para comerlas es como postre (después de la comida principal), ya que
nos producirán bastante sensación de saciedad.
El principal inconveniente que tiene éste fruto seco es que no son fáciles de digerir, por ello, es muy importante que las mastiquemos bien al comerlas.
Para las personas que tengan un estómago delicado, es
recomendable que las tomen cocidas mejor que crudas.
Antes de cocerlas, deberemos quitarles la cáscara, y si
queremos hacerlas al fuego u horneadas, no olvidaros hacerles un pequeño corte
con el cuchillo para que no os estallen debido al calor.
Dicho todo esto, espero que disfrutéis de éste fruto seco.
Un saludo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario